Ser cristiano

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«Jesús le responde: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”…» (Juan 14, 6). Conviene continuamente recordar que ser cristiano no se reduce ni a una “decisión ética” ni a una “gran idea”, sino que consiste, sobre todo, en el encuentro “con una Persona”, con la persona de Jesucristo (cfr. Benedicto XVI, Deus caritas est, n. 1). Sin una relación personal con Jesús, la religión cristiana degenera en un código moral o en una ideología.

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El triunfo de la vida

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Los últimos domingos de la Cuaresma nos recuerdan las implicaciones de estar bautizado. En el tercer domingo de Cuaresma, con el Evangelio de la samaritana, se nos señaló que Cristo es el agua viva que nos purifica y sacia nuestra sed más profunda. En el cuarto domingo, con el Evangelio del ciego de nacimiento, se nos indicó que, por el bautismo, somos iluminados por la Luz de Cristo. Ahora, en el quinto domingo de Cuaresma, con el Evangelio de la Resurrección de Lázaro, se nos invita a caer en la cuenta de que, gracias al bautismo, morimos al pecado y resucitamos a una Vida nueva (cf. Romanos 6, 4-11).

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Resurrección

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«Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación, vana es también vuestra fe» (1 Corintios 15, 14). La fe en la resurrección de los muertos se encuentra en el núcleo del cristianismo. «Si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado» (1 Corintios 15, 16): y si esto fuera así, los cristianos serían entonces los admiradores de un personaje insigne del pasado, pero nada más.

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¿Entrarás?

Saúl el fariseo apretó los dientes con rabia y lanzó una mirada feroz a Jesús. ¿Quién se creía aquel nazareno para insinuar que los fariseos eran pecadores? «Si fuerais ciegos —había dicho Jesús— no tendrías pecado, pero decís: “Nosotros vemos”; por eso, vuestro pecado permanece». ¿Qué pecado había en ver?, pensaba Saúl. ¿No era más bien al revés, que la ceguera era consecuencia del pecado? Leer Más

Las lágrimas de Dios

Resurrección de Lázaro

El mensajero fue corriendo hasta Jesús, que hablaba a sus discípulos, y le interrumpió sin miramientos: «Señor, vengo de Betania, de parte de Marta y María. Su hermano Lázaro, tu amigo, está muy enfermo. Se muere». Jesús, apacible, le respondió: «Esta enfermedad no es de muerte, sino para gloria de Dios. Tranquilo: gracias por avisarme». Pidió entonces a Judas que le diera dinero al mensajero para que comprara algo de comer. Leer Más

La otra vida

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Un grupo de saduceos se dirigía al Templo en busca de Jesús. Los lideraba un tal Jacob, uno de los hombres más ricos y poderosos de Jerusalén. Jacob estaba realmente inquieto: le habían informado que hacía unos días Jesús de Nazaret había sido aclamado por un grupo numeroso de personas como el Rey que venía en nombre del Señor. Leer Más