Un lugar desierto y elevado

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«En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un monte alto…» (Mateo 17, 1). Durante la Cuaresma, Jesús nos invita a cada uno a un lugar apartado, a «un monte alto», para tratar en intimidad con Él, para conocerlo y amarlo más. Allí, estando a solas con el Señor, lo podemos escuchar mejor, nuestro espíritu se alimenta con su Palabra y contemplamos gozosos su gloria (cfr. Oración colecta, II Domingo de Cuaresma).

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Levántate, no temas

Pedro miró a Santiago y a Juan. Ellos, como respuesta, asintieron con la cabeza. Había llegado el momento. Hacía casi dos meses que Jesús había resucitado; había subido a los Cielos quince días atrás y les había enviado el Espíritu Santo. Pedro carraspeó y dijo: «Muchachos, hay algo que deben saber». Leer Más

La gloria que nos espera

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Los discípulos recogían las sobras. Jesús había multiplicado los panes y los peces para más de cinco mil personas y no quería que nada se desperdiciara. Él mismo, después de despedir a la multitud saciada, ayudó a recoger. Estaban cansados, ya era de noche, pero el Maestro se retiró para orar a solas. Los discípulos lo contemplaban. De repente, Jesús se dirigió a ellos y les dijo: «¿Quién dice la gente que soy yo?».

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