«El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaba en tierra y sombras de muerte, y una luz les brilló» (Isaías 9, 1). Esta profecía de Isaías se cumple en Jesucristo: Él es la luz grande que nos ilumina. En efecto, Jesús afirma de sí mismo: «Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no camina en las tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida» (Juan 8, 12; cf. Antífona de la comunión, III Domingo del Tiempo ordinario, segunda opción).
Evangelizar es iluminar
