Jesús le dice a Nicodemo: «Cuando las serpientes venenosas atacaron a los israelitas en el desierto y suplicaron al Señor, Él mandó fabricar a Moisés una serpiente de bronce y a elevarla sobre un mástil. Todo el que era mordido, si miraba la serpiente de bronce, sanaba y vivía. Te aseguro que así mismo tiene que ser elevado el Hijo del Hombre, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Que nadie se pierda
