Así como Jesucristo es luz —«Yo soy la luz del mundo» (Juan 8, 12)—, así también Él mismo desea que sus discípulos sean luz: «Vosotros sois la luz del mundo» (Mateo 5, 14). El Señor quiere que la luz del cristiano brille «ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos» (Mateo 5, 16).
La luz del cristiano
