Los primeros dos Domingos de Cuaresma nos ayudaron a fijar la mirada en Jesucristo, verdadero hombre y verdadero Dios. En el primero, vimos la humanidad de Jesús tentada por el demonio; en el segundo, contemplamos los resplandores de su divinidad en el episodio de la Transfiguración.
Fuente de agua viva
