A través de la conocida como parábola del rico Epulón y del pobre Lázaro, Jesús nos ofrece una enseñanza fundamental: no podemos dar la espalda a las necesidades de nuestro prójimo.
Necesitados

A través de la conocida como parábola del rico Epulón y del pobre Lázaro, Jesús nos ofrece una enseñanza fundamental: no podemos dar la espalda a las necesidades de nuestro prójimo.
«No podéis servir a Dios y al dinero» (Lucas 16, 13). Así de claro es Jesucristo. Quien ha decidido servir a Dios no se puede inclinar ante el «dios dinero». El afán desmedido por las riquezas —y por el bienestar material, en general— es una idolatría.
Jesús y los Doce se dirigían a la casa en la que habían sido acogidos. Estaban en una de las aldeas cercanas a Jerusalén. El sol caía: había sido una larga jornada de predicación para el Maestro. Estaba cansado y también sus discípulos: estos caminaban casi arrastrando los pies. Por eso, para animarlos, Jesús les contaba chistes mientras llegaban a su destino.
Los dos hermanos llegaron discutiendo donde Jesús. Hacía poco el padre de ellos había muerto y si bien había dispuesto que la herencia se repartiera entre los hermanos el mayor se había quedado con todo. El menor, que había conocido a Jesús unos días atrás, pensaba: «Seguro ese hombre justo me dará la razón». Por eso, decidió llevar a su hermano a la presencia del Maestro. Leer Más
Los discípulos escuchaban atónitos: «Dichosos los pobres, dichosos los que ahora tienen hambre, dichosos los que ahora lloran, dichosos los perseguidos…». ¿Estaba Jesús seguro de lo que decía? ¿No se habría confundido el Maestro? Leer Más
Si te encuentras con Jesús y notas que Él te mira con amor, lo más lógico sería que salieras de su presencia con alegría. ¿A quién no le alegra ser amado y, además, por Dios? Sin embargo, a uno de los personajes del Evangelio —al joven rico— le sucedió lo contrario: se marchó triste. ¿Qué le pasó? Leer Más