El Espíritu empuja a Jesús al desierto. Aridez, soledad, silencio. Durante cuarenta días, Jesús ayuna y permanece en oración. Son las armas que emplea frente a las tentaciones de Satanás.
Entre bestias y ángeles

El Espíritu empuja a Jesús al desierto. Aridez, soledad, silencio. Durante cuarenta días, Jesús ayuna y permanece en oración. Son las armas que emplea frente a las tentaciones de Satanás.
La muchedumbre se agolpaba en torno a Jesús. Él, a duras penas, consiguió abrirse paso y comenzó su ascenso hacia la cima de la colina que tenían al lado. Más de la mitad del gentío decidió entonces volver a sus casas; ya habría tiempo de escuchar nuevamente al Maestro sin necesidad de subir al monte. Unos cuantos, sin embargo, siguieron a Jesús cuesta arriba.
Jesús, como tantas veces, exhortaba a los discípulos a vivir la caridad entre ellos: «No debáis nada a nadie, a no ser el amaros unos a otros; el que ama al prójimo ha cumplido plenamente la Ley. Cualquier precepto se compendia en este mandamiento: Amarás a tu prójimo como a ti mismo».
Caras largas. La pesadumbre se había apoderado del corazón de los apóstoles. Conforme avanzaba la cena, lo que era un simple indicio se había convertido en una cruda certeza: Jesús, su maestro, no seguiría más con ellos. Leer Más
Se respiraba tensión en el Cenáculo. Jesús había dicho a los apóstoles que entre ellos había un traidor. ¿Quién sería? Leer Más
Saúl el fariseo apretó los dientes con rabia y lanzó una mirada feroz a Jesús. ¿Quién se creía aquel nazareno para insinuar que los fariseos eran pecadores? «Si fuerais ciegos —había dicho Jesús— no tendrías pecado, pero decís: “Nosotros vemos”; por eso, vuestro pecado permanece». ¿Qué pecado había en ver?, pensaba Saúl. ¿No era más bien al revés, que la ceguera era consecuencia del pecado? Leer Más
Cleofás y su amigo caminaban en dirección a Emaús. Andaban a paso lento, casi arrastrando los pies. Todavía les parecía un sueño, o más bien una pesadilla, lo que había pasado en Jerusalén. Habían crucificado a Jesús de Nazaret y así se había esfumado su esperanza. Cleofás, su amigo y muchos más pensaban que Jesús liberaría a Israel de la opresión política y de la hipocresía religiosa. Leer Más
Las mujeres irrumpieron en la habitación donde se escondían los apóstoles: «¡La paz sea con vosotros! ¡Alegraos: el Señor ha resucitado!». Tras el sobresalto, Tomás, uno de los apóstoles, viendo que ninguno se pronunciaba, dijo a las mujeres: «No, no, no… El dolor os hace ver alucinaciones». Leer Más
El mensajero fue corriendo hasta Jesús, que hablaba a sus discípulos, y le interrumpió sin miramientos: «Señor, vengo de Betania, de parte de Marta y María. Su hermano Lázaro, tu amigo, está muy enfermo. Se muere». Jesús, apacible, le respondió: «Esta enfermedad no es de muerte, sino para gloria de Dios. Tranquilo: gracias por avisarme». Pidió entonces a Judas que le diera dinero al mensajero para que comprara algo de comer. Leer Más
Esta semana el Papa Francisco ha querido compartir con nosotros una oración a la Virgen María con ocasión de la pandemia de coronavirus. Nos unimos a la oración del Santo Padre y, además, te compartimos algunas citas bíblicas en las que está inspirada. ¡Qué grandes apoyos son la Palabra de Dios y la Santísima Virgen!