Después de predicar en las aldeas a las que Jesús los había enviado, los apóstoles volvieron a reunirse con Él. Uno tras otro, le contaron a Jesús todo lo que habían hecho y enseñado. El Maestro los escuchaba complacido, con una sonrisa, que de vez en cuando desaparecía cuando le hablaban de algún enfermo o endemoniado con que se habían encontrado.
Corazón de pastor
