Los Evangelios nos presentan varias veces las confrontaciones entre los fariseos y Jesús. Solemos imaginarnos a los fariseos como unos hombres escrupulosos con la Ley, pendientes a cualquier minucia que pudiera considerarse como pecado para censurarla. Por contraste, Jesús aparecería como un personaje de amplitud de miras, «liberal» ante la Ley.
Caras largas. La pesadumbre se había apoderado del corazón de los apóstoles. Conforme avanzaba la cena, lo que era un simple indicio se había convertido en una cruda certeza: Jesús, su maestro, no seguiría más con ellos. Leer Más
Los discípulos notaban que aquella noche no era como las demás. Jesús había tenido un tremendo gesto de humildad: el Maestro les había lavado los pies a cada uno. Y ahora, por sus palabras, parecía que se despedía, que se iba, pero ellos no comprendían muy bien a qué hacía referencia. Pedro se atrevió a preguntar: «Señor, ¿adonde vas?» (Juan 13, 36).
Iuvenes adorantes 