En su Primera Carta a los Corintios, San Pablo escribe que él fue «llamado a ser apóstol de Jesucristo». Ciertamente, se tomó en serio su misión. Allí donde iba no se cansaba de hablar de Jesús, hasta tal punto que Santa Teresa de Jesús advierte siglos después: «Miremos al glorioso San Pablo, que no parece se le caía de la boca siempre Jesús, como quien le tenía bien en el corazón» (Libro de la vida 22, 7).
Hacia y desde Jesucristo
