La gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la palabra de Dios. Con qué ímpetu se acercaban aquellas gentes para escuchar las enseñanzas del Maestro. Vencían el hambre, el cansancio y lo que hiciera falta para ir detrás de Jesús. Podían tener muchos defectos y miserias, pero había un pecado con el que no pensaban pactar: la pereza.
Pescador de hombres
