Algunos fariseos y escribas se fijaron en que algunos discípulos de Jesús comían sin antes lavarse las manos. Enseguida miraron al Maestro de forma inquisitiva. Le preguntaron: «¿Por qué tus discípulos no siguen la tradición de los mayores —que no comían sin antes lavarse las manos, restregándolas bien— y comen el pan con las manos impuras?».
Limpios de corazón
