Cuando Dios creó al hombre, le insufló un aliento de vida (Génesis 2, 7); pero, consecuencia del pecado, la muerte entró en el mundo (Romanos 5, 12). Sin embargo, Dios perdonó al hombre y Pentecostés es signo de ello. El envío del Espíritu Santo significa que Dios sigue apostando por la vida: «Sopló sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo”» (Juan 20, 22). Nuevamente, Dios ha insuflado en los hombres el aliento de vida.
Los frutos del Espíritu
