Los que teméis a Dios, venid, escuchad,
os contaré lo que ha hecho por mi alma.
Le invoqué con mi boca
y lo ensalcé con mi lengua.

Si hubiera tenido en mi corazón miras perversas
no me habría escuchado el Señor.
Pero Dios ha escuchado,
ha atendido la voz de mi plegaria.
Bendito sea Dios,
que no ha rechazado mi plegaria
ni me ha retirado su misericordia.

Fragmento de: Universidad de Navarra. “Sagrada Biblia”. iBooks.