Por eso, también yo, al tener noticias de vuestra fe en el Señor Jesús y de la caridad con todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, al recordaros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os conceda el Espíritu de sabiduría y de revelación para conocerle; iluminando los ojos de vuestro corazón, para que sepáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuáles las riquezas de gloria dejadas en su herencia a los santos, y cuál es la suprema grandeza de su poder en favor de nosotros, los creyentes, según la eficacia de su fuerza poderosa.
Él la ha puesto por obra en Cristo resucitándole de entre los muertos y sentándole a su derecha en los cielos, por encima de todo principado, potestad, virtud y dominación y de todo cuanto existe, no sólo en este mundo sino también en el venidero. Todo lo sometió bajo sus pies y a él lo constituyó cabeza de todas las cosas en favor de la Iglesia, que es su cuerpo, la plenitud de quien llena todo en todas las cosas.

Fragmento de: Universidad de Navarra. “Sagrada Biblia”. iBooks.