Cuando Dios creó al hombre, le insufló un aliento de vida (Génesis 2, 7); pero, consecuencia del pecado, la muerte entró en el mundo (Romanos 5, 12). Sin embargo, Dios perdonó al hombre y Pentecostés es signo de ello. El envío del Espíritu Santo significa que Dios sigue apostando por la vida: «Sopló sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo”» (Juan 20, 22). Nuevamente, Dios ha insuflado en los hombres el aliento de vida.

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Pentecostés, Acisclo Antonio Palomino y Velasco, 1696-1705 (Museo del Prado)

«Les retiras el aliento, y expiran y vuelven a ser polvo; envías tu espíritu, y los creas, y repueblas la faz de la tierra» (Salmo 103, 29-30). Pentecostés significa una nueva creación, una nueva humanidad: es el comienzo del cielo nuevo y la tierra nueva de las que habla el Apocalipsis (21, 1).  Y por eso cantamos alegres: «Bendice, alma mía, al Señor: ¡Dios mío, qué grande eres! Cuántas son tus obras, Señor; la tierra está llena de tus criaturas» (Salmo 103, 1. 24).

Los cristianos recibimos el Espíritu Santo desde el Bautismo, y reafirmamos su presencia en nosotros por medio de la Confirmación. El Espíritu Santo, el gran Don de Dios, a su vez nos colma con sus dones y carismas, enriqueciendo nuestra vida de un modo que apenas alcanzamos a imaginar. Aun así, podemos comprobar su acción eficaz en nosotros a través de los frutos que produce en nuestra existencia: ¡Qué importantes son los frutos del Espíritu Santo y qué poca atención les hacemos, por lo general!

¿Quieres saber si estás dejando actuar al Espíritu Santo en tu interior? Examina si sus frutos están presentes en tu vida. Leo Tresse, en su libro El Espíritu Santo y su tarea, hace una descripción magnífica de una persona que deja actuar al Espíritu Santo, y lo hace precisamente, describiendo cada uno de los frutos.

¿Cómo es la persona que tiene el fruto de la caridad/amor?

«Es una persona desprendida. Ve a Cristo en su vecino y es considerado y servicial con los demás, aun a costa de inconvenientes y dificultades para él mismo».

¿Cómo es la persona que tiene el fruto del gozo?

«Es alegre y agradable. Parece irradiar un resplandor interior que se hace sentir en cualquier grupo del que forma parte. Cuando está cerca parece como si el sol brillase un poco más. La gente sonríe con más naturalidad, habla mejor».

¿Cómo es la persona que tiene el fruto de la paz?

«Es tranquilo y reposado. Los psicólogos lo llamarían bien “equilibrado”. Sus cejas podrán estar arqueadas por el pensamiento o por la reflexión, pero rara vez por las preocupaciones. Es un tipo de persona firme, segura, un hombre —una mujer— maravilloso a quien acudir en una necesidad».

¿Cómo es la persona que tiene el fruto de la paciencia?

«No es fácil de exaltar, ni pronto en enfadarse, ni rencoroso por insignificancias. Cuando las cosas no le van bien no se contraría, ni cuando sus prójimos son estúpidos. Puede fallar por seis veces consecutivas y, sin embargo, comenzar la séptima sin rechinar los dientes ni maldecir su mala suerte».

¿Cómo es la persona que tiene el fruto de la benignidad?

«Es una persona amable. Los demás vienen a él con sus disgustos y preocupaciones, y encuentran en él una atención sincera; se van sintiéndose aliviados después de haber hablado con él. Se interesa por los problemas y alegrías de los demás; es atento en particular con los niños y ancianos, con los infelices y desgraciados».

¿Cómo es la persona que tiene el fruto de la bondad?

«Se solidariza con firmeza con lo que es justo, incluso si eso significa permanecer solo. No se considera el único capaz de tener un juicio acertado; no juzga a otros; es lento en criticar y aún más en condenar; es comprensivo para con la ignorancia y la debilidad de otros. Pero él nunca comprometerá un principio básico, no contemporizará con el mal. En su propia vida religiosa es invariablemente generoso con Dios, nunca busca el camino más fácil».

¿Cómo es la persona que tiene el fruto de la longanimidad?

«No se queja de dolor, ni de las contrariedades, ni en la enfermedad, ni en la tristeza. La conmiseración es desconocida para él. Elevará sus ojos llenos de lágrimas al cielo en oración, pero nunca en rebelión».

¿Cómo es la persona que tiene el fruto de la mansedumbre?

«Es complaciente, una persona tranquila. Se interesa por cualquier tarea que se le presenta, pero sin ninguna agresividad. No busca dominar a los demás. Razonará persuasivamente, pero nunca peleará».

¿Cómo es la persona que tiene el fruto de la fe?

«Está orgulloso de ser un miembro del Cuerpo Místico de Cristo. No intenta atragantar a nadie con su religión, y tampoco se pasa el día haciendo la apología de lo que cree. No trata de ocultar su religión en público; está presto a defender la verdad cuando se le ataca en su presencia; su religión es lo más importante en la vida para él».

¿Cómo es la persona que tiene el fruto de la modestia?

«Su amor a Jesucristo le hace temblar ante el pensamiento de ser aliado del demonio, ante el pensamiento de ser ocasión de que otro peque. En su vestir, porte y palabra, hay una decencia que fortalece más que debilita la virtud de otros».

¿Cómo es la persona que tiene el fruto de la continencia?

«Es una persona reposada, con las pasiones firmemente contenidas por la razón y la gracia. No se eleva a las nubes un día y baja a los abismos el siguiente. Bien esté comiendo o bebiendo, bien esté trabajando o descansando, muestra un admirable control en todo lo que hace».

¿Cómo es la persona que tiene el fruto de la castidad?

«Tiene una gran reverencia por el poder de procreación que Dios le ha dado, una santa admiración a que Dios haya compartido su poder creador con la humanidad. Considera el sexo como algo precioso y sagrado, un vínculo de unión que solo ha de ser usado en el ámbito matrimonial y para el fin establecido por Dios; nunca como cosa vana, como fuente de autosatisfacción».

«¡Ven, Espíritu Santo! Ven por la intercesión del Inmaculado Corazón de María, tu amadísima Esposa» y produce en nosotros tus doce frutos. Amén.

LECTURAS DEL DOMINGO DE Pentecostés

Leer

Primera lecturaHechos de los apóstoles 2,1-11
SalmoSalmo 104 (103)
Segunda lectura1 Corintios 12, 3b-7. 12-13
EvangelioJuan 20, 19-23

PREGUNTAS PARA MEDITAR Y ORAR

1. ¿Celebro con alegría el haber sido bautizado y confirmado?

2. ¿Qué frutos del Espíritu Santo están presentes en mi vida? ¿Cuáles están ausentes?

3. ¿Pido a la Virgen que me ayude a ser dócil al Espíritu Santo?

Un comentario en “Los frutos del Espíritu

  1. Señor Jesús mi amado que tú Espíritu Santo siempre guíe mis pasos y me ayude con la conversión de mi familia y traiga la paz al mundo. 🌎🌎🌎

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