Así como Jesucristo es luz —«Yo soy la luz del mundo» (Juan 8, 12)—, así también Él mismo desea que sus discípulos sean luz: «Vosotros sois la luz del mundo» (Mateo 5, 14). El Señor quiere que la luz del cristiano brille «ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos» (Mateo 5, 16).

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La curación de la suegra de Pedro, John Bridges, 1839 (Birmingham Museum of Art)

¿Cuáles son esas «buenas obras» que reflejan la luz del cristiano? Encontramos unas cuantas en el libro del profeta Isaías: «Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, cubre a quien ves desnudo y no te desentiendas de los tuyos (…). Cuando alejes de ti la opresión, el dedo acusador y la calumnia, cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo y sacies al alma afligida, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad como el mediodía» (Isaías 58, 7-10).

El cristiano no está llamado a brillar por su fama, por su elocuencia o por su poder. La luz que espera Cristo de sus discípulos es la luz de la caridad y de la misericordia. Por eso, si el cristiano desea ser luz, debe preguntarse en qué medida está viviendo la caridad y la misericordia.

Así lo expresaba el Papa San León Magno: «Que cada uno de los fieles se examine, pues, a sí mismo, esforzándose en discernir sus más íntimos afectos; y, si descubre en su conciencia frutos de caridad, tenga por cierto que Dios está en él y procure hacerse más y más capaz de tan gran huésped, perseverando con más generosidad en las obras de misericordia» (Sermones 48, 3). San Juan de la Cruz lo expresó de forma sintética y magistral: «A la tarde te examinarán en el amor» (Dichos de luz y amor, n. 59).

Conviene recordar las obras de misericordia, corporales y espirituales, para convertirlas en vida nuestra:

Obras de misericordia corporalesObras de misericordia espirituales
1. Dar de comer al hambriento1. Enseñar al que no sabe
2. Dar de beber al sediento2. Dar buen consejo al que lo necesita
3. Dar posada el peregrino3. Corregir al que se equivoca
4. Vestir al desnudo4. Perdonar al que nos ofende
5. Visitar a los enfermos5. Consolar al triste
6. Visitar a los presos6. Sufrir con paciencia los defectos del prójimo
7. Enterrar a los difuntos7. Rezar a Dios por los vivos y por los difuntos.

El santo monje benedictino Rabano Mauro nos recuerda que en el amor y la misericordia reside la esencia de la santidad: «Las obras de misericordia son la prueba de la verdadera santidad» (Catena Aurea). Es precisamente esa luz de la santidad —la luz del justo— la que quiere Cristo que irradie el mundo entero: «El justo brilla en las tinieblas como una luz» (Salmo 112 [111], 4).

LECTURAS DEL V DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Leer

Primera lecturaIsaías 58, 7-10
SalmoSalmo 112 (111)
Segunda lectura1 Corintios 2, 1-5
EvangelioMateo 5, 13-16

PREGUNTAS PARA MEDITAR Y ORAR

1. ¿Busco brillar para mi propia gloria —por vanagloria— o para gloria de Dios?

2. ¿Qué obras de misericordia practico más y cuáles practico menos?

3. ¿Comprendo cuál es la esencia de la santidad?

Un comentario en “La luz del cristiano

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