En un mundo donde, por motivos de eficacia, se ha extendido el auto-servicio (self-service) o el «hágalo usted mismo» (do it yourself), corremos el riesgo de pensar que no tenemos nada que agradecer: ¿a quién deberíamos darle gracias si uno mismo ha conseguido, por cuenta propia, lo que necesitaba o lo que quería?

Curación de los diez leprosos, Codex Aureus de Echternach, 1035-1040 (Museo Nacional Germano)

Conviene entonces recordar la exhortación de San Pablo: «Dad gracias en toda ocasión: esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros» (1 Tesalonicenses 5, 18). ¡Qué importante es la gratitud! La persona agradecida reconoce que no se basta por sí sola, sino que necesita de los otros. Y, además, comprende y vive la lógica del amor: dar gracias significa que uno acepta que ha sido destinatario del amor gratuito del otro.

Por este motivo, Jesús se queja de la falta de gratitud de los nueve leprosos que curó, pero no volvieron donde Él: «Cuando iba a entrar en una ciudad, vinieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros». Al verlos, les dijo: «Id a presentaros a los sacerdotes». Y sucedió que, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias. Este era un samaritano. Jesús, tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez»; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios más que este extranjero?». Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado»».

Aquellos nueve leprosos no reconocieron su curación como un acto del amor gratuito de Dios. Estaban tan pendientes de sí mismos y de sus intereses que se olvidaron de aquel que los había curado. La falta de espíritu de gratitud les impidió acordarse de Jesús.

«Acuérdate de Jesucristo» (2 Timoteo 2, 8). Es la exhortación de San Pablo a Timoteo. Acordarse de Jesús significa tener presente que nosotros no podemos solos, que necesitamos al Salvador. Acordarse de Jesús significa recordar que Él nos ha amado primero. Acordarse de Jesucristo significa, en definitiva, dar gracias en todo momento y vivir la acción de gracias por excelencia: la Eucaristía, la Santa Misa.

En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno

Prefacio de la Santa Misa

LECTURAS DEL XXVII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Leer

Primera lectura2 Reyes 5, 14-17
SalmoSalmo 98 (97)
Segunda lectura2 Timoteo 2, 8-13
EvangelioLucas 17, 11-19

PREGUNTAS PARA MEDITAR Y ORAR

1. ¿Soy amable y agradecido con los demás?

2. ¿Doy gracias a Dios con la misma frecuencia con la que le pido cosas?

3. ¿Vivo un rato de acción de gracias después de la Eucaristía, para agradecer al Señor el inmenso don de la Santa Comunión?

Un comentario en “Gracias

  1. Señor Jesús gracias por estar en mi vida.
    Por llamarme toda mi existencia y mi gratitud para ti. Te amo mi Dios, Sígueme sanando para tener tu salvación.

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