En aquel tiempo, se levantó un maestro de la ley y preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?».

I. La vida eterna
Aquel maestro de la Ley quería poner a prueba a Jesús con una cuestión fundamental: la vida eterna. No hay época de la historia de la humanidad en la que el hombre no se haya preguntado por su destino tras la muerte: mientras que algunos rechazan cualquier posibilidad de una vida después de morir, otros han afirmado que la muerte no tiene la última palabra: hay una vida eterna.
II. Vida de amor
Pero para aquel maestro de la ley la cuestión no era solo si hay vida eterna, sino cómo se accede a ella. Eso es lo que le pregunta a Jesús. Él le dijo: «¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?». [El maestro de la Ley] respondió: «“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu fuerza” y con toda tu mente. Y “a tu prójimo como a ti mismo”». [Jesús] le dijo: «Has respondido correctamente. Haz esto y tendrás la vida».
La vida eterna se gana «simplemente» así: amando a Dios sobre todas las cosas y amando al prójimo como a uno mismo. Y esto es así porque la vida eterna no es otra cosa que amar. Lo que llamamos vida eterna no es simplemente una vida sin fin tras la muerte: la vida eterna es la vida de Dios mismo, que existe desde siempre y para siempre. Y la vida de Dios es vida de amor entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Solo el que ama puede sumergirse en la vida eterna de Dios: en la vida intratrinitaria de amor. En cambio, quien no ama, no puede vivir en Dios y como Dios.
III. Amor al prójimo
Jesús dejó al maestro de la ley en evidencia: no había necesidad de preguntar nada, porque él ya sabía cómo obtener la vida eterna. Por eso, el maestro de la ley, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?».
Respondió Jesús diciendo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba él y, al verlo, se compadeció, y acercándose, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y le dijo: “Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré cuando vuelva”. ¿Cuál de estos tres te parece que ha sido prójimo del que cayó en manos de los bandidos?». Él dijo: «El que practicó la misericordia con él». Jesús le dijo: «Anda y haz tú lo mismo».
A través de la parábola del buen samaritano, Jesús enseña que no debemos esperar a que los demás se nos presenten como «prójimos» para empezar a amarlos; más bien, solo en la medida en que vivimos la caridad con los demás, entonces es cuando el otro se convierte en mi prójimo.
Si me doy cuenta de que, ante una persona, soy capaz de «verla, dar un rodeo y pasar de largo», entonces es un buen momento para examinar qué tan efectivo es mi amor por el prójimo. Poco a poco, nos haremos conscientes de que hay muchos «prójimos» a nuestro lado que, desafortunadamente, hemos ignorado. Entonces, ¡es tiempo de amar! Ese amor nos hará descubrir a esos «prójimos»: solo así, comenzaremos a gustar, ya desde ahora, la vida de Dios, el Amor que es Él mismo. La vida eterna.
LECTURAS DEL XV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Primera lectura | Deuteronomio 30, 10-14 |
Salmo | Salmo 69 (68) |
Segunda lectura | Colosenses 1, 15-20 |
Evangelio | Lucas 10, 25-37 |
PREGUNTAS PARA MEDITAR Y ORAR
1. ¿Tengo auténtico interés por «heredar la vida eterna»?
2. ¿Vivo con la conciencia de que lo más importante es amar a Dios y amar al prójimo?
3. ¿Estoy enemistado con alguien? ¿Me resultan indiferentes los demás?
Padre Santo, Alabado 🙏 y Adorado seas por siempre en tu Hijo nuestro Señor Jesucristo 🙏. Señor Tú eres la Vida Eterna, y para que nosotros heredemos esa Vida Eterna, tenemos que amar como Tú nos amas, entregarnos a los demás como tú lo hiciste con nosotros. Por eso te pido mi Señor y mi Dios, que llenes nuestro corazón ❤ de amor, para poder amar como tú nos lo pides.
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Señor Jesús hoy es el mejor momento para revisarme y mirar mi interior, si estoy haciendo tu voluntad para agradarte. Solo a ti mi señor debo escucharte.
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