Durante la última cena, dijo Jesús a sus discípulos: «Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir».

I. Diálogo de intimidad
Dios se ha tomado en serio al ser humano. El hombre no es una criatura más entre las otras, sino que Dios lo ha hecho a su imagen y semejanza. De esta manera, Dios ha capacitado al ser humano como interlocutor suyo: entre ambos puede acontecer un diálogo.
Las personas que dialogan pueden tratar los más variados temas, pero los diálogos que más importan —y los que más comprometen— son aquellos que versan sobre los interlocutores mismos. Precisamente, este es el tipo de diálogo que Dios ha querido establecer con los hombres. Dios sobre todo nos habla de Sí mismo, de su intimidad, y quiere que nosotros le hablemos de la nuestra. Sus delicias están con los hijos de los hombres (Proverbios 8, 31)
II. Cuando fracasa el diálogo
Sin embargo, el diálogo entre Dios y los hombres fracasa. Fundamentalmente, de dos modos. El primero es que el ser humano ignora lo que Dios le dice y, en cambio, le atribuye palabras que no son de Él. Se trata, en última instancia, de la idolatría: se deja a un lado la verdadera Palabra de Dios y se fabrica un dios a la medida del hombre. Y como cada uno termina por hacer un dios a su medida, al final la idolatría degenera en un politeísmo más o menos disfrazado.
El segundo modo como fracasa el diálogo entre Dios y los hombres sucede cuando el hombre cree que ha oído lo suficiente de Dios como para dar por hecho que ya lo conoce. De esta manera, el hombre interrumpe el diálogo con Dios e impide que Él le siga revelando su intimidad. Es una lástima que pudiendo haber llegado a la verdad plena sobre Dios uno se quede apenas en la superficie.
III. En diálogo con la Trinidad
Jesús les advierte a su discípulos que tiene muchas cosas por decirles. Lo peor para ellos hubiera sido pensar que ya no tenían nada que escuchar o aprender de Dios. ¡Faltaba lo más importante! Recibir «el Espíritu de la verdad». Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará».
Por medio del Espíritu Santo, los apóstoles comprendieron que, en su diálogo con los hombres, Dios quería manifestarles su intimidad: que Él es el único Dios, pero que no es un Dios solitario, sino que es Padre, Hijo y Espíritu Santo. La vida cristiana es vida trinitaria: vida de diálogo y relación de intimidad con cada una de las Personas de la Santísima Trinidad.
LECTURAS DE LA Solemnidad de la Santísima Trinidad
Primera lectura | Proverbios 8, 22-31 |
Salmo | Salmo 8 |
Segunda lectura | Romanos 5, 1-5 |
Evangelio | Juan 16, 12-15 |
PREGUNTAS PARA MEDITAR Y ORAR
1. ¿Tengo momentos en que dialogo en intimidad con Dios? ¿Soy una persona de oración?
2. ¿Me he fabricado mis propios ídolos? ¿Procuro conocer más a Dios?
3. ¿Trato a cada una de las Personas de la Santísima Trinidad: al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo?
Padre Santo, gracias te damos por habernos creado a imagen y semejanza de la Santísima Trinidad. Regálanos la fuerza y el Poder de tu Santo Espíritu para mantener siempre viva, esa filiación contigo Dios Uno y Trino.
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Padre Santo, gracias te damos por habernos creado a imagen y semejanza de la Santísima Trinidad. Regálanos la fuerza y el Poder de tu Santo Espíritu para mantener siempre viva, esa filiación contigo Dios Uno y Trino.
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