El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado… Apenas se lo permite la Ley, aquellas mujeres van al sepulcro de Jesús, impulsadas por el profundo amor que tenían a su Maestro. Se sienten desamparadas. Su Amigo les ha sido arrebatado en un abrir y cerrar de ojos.

Al llegar, las mujeres encontraron corrida la piedra del sepulcro. Y, entrando, no encontraron el cuerpo del Señor Jesús… Un dolor insoportable las invade. ¿También les van a quitar lo único que les queda: el cuerpo inerte de Jesús? Mientras estaban desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con vestidos refulgentes. Ellas quedaron despavoridas y con las caras mirando al suelo y ellos les dijeron: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado».
Los corazones de aquellas mujeres dan un vuelco. Los primeros rayos de esperanza disipan su dolor y su miedo. «¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?» (1 Corintios 15, 55). La Vida ha triunfado: la barrera ha sido destruida, se han roto las cadenas. El misterio de Jesucristo se revela en toda su plenitud: no era solo un maestro, no era un amigo más. Es el Maestro, es el Amigo… ¡Es el Señor!
Los ángeles dicen a las mujeres: «Recordad cómo os habló estando todavía en Galilea, cuando dijo que el Hijo del hombre tiene que ser entregado en manos de hombres pecadores, ser crucificado y al tercer día resucitar». Y recordaron sus palabras. ¡Benditas palabras de Cristo! ¿Quién no quisiera aprenderlas de memoria y dejarse vivificar por ellas?
Habiendo vuelto del sepulcro, anunciaron todo esto a los Once y a todos los demás. Eran María la Magdalena, Juana y María, la de Santiago. También las demás, que estaban con ellas, contaban esto mismo a los apóstoles. Ellos lo tomaron por un delirio y no les creyeron. No creen quienes no aman lo suficiente. Y no aman lo suficiente quienes ignoran el dolor, quienes se desentienden del sepulcro… «Quien no sabe de penas / en este valle de dolores, /no sabe de cosas buenas / ni ha gustado de amores,/ pues penas es el traje de amadores».
Pedro, sin embargo, se levantó y fue corriendo al sepulcro. Asomándose, ve solo los lienzos. Y se volvió a su casa, admirándose de lo sucedido.
LECTURAS DE LA VIGILIA PASCUAL
Dios habla… | … y la Iglesia responde. | |
Primera lectura: La creación | Génesis 1, 1-31; 2, 1-2. | Salmo 105 (104) |
Segunda lectura: Abraham | Génesis 2, 1-2. 9-13. 15-18 | Salmo 17 (16) |
Tercera lectura: El Éxodo | Éxodo 14, 15-31. 1 | Éxodo 15, 1-6. 17-18 |
Cuarta lectura: El amor fiel de Dios | Isaías 54, 5-14 | Salmo 31 (30) |
Quinta lectura: Llamada a la conversión | Isaías 55, 1-11 | Isaías 12, 2-6 |
Sexta lectura: Los mandatos de vida | Baruc 3, 9-15. 32-38; 4, 1-4 | Salmo 19 (18) |
Séptima lectura: Restablecimiento de la Alianza | Ezequiel 36, 16-28 | Salmos 41 (40) y 42 (41) |
Epístola: Bautizados en la muerte de Cristo | Romanos 6, 3-11 | Salmo 118 (117) |
Evangelio: Jesús Nazareno, el crucificado, ha resucitado | Lucas 24, 1-12 |
PREGUNTAS PARA MEDITAR Y ORAR
1. ¿Está mi corazón orientado hacia Jesucristo? ¿Tengo mis pensamientos y sentimientos enraizados en Él?
2. ¿Medito con frecuencia y pongo por obra las Palabras de Jesús?
3. ¿Cuál es mi actitud ante el dolor propio y ajeno?
Felices pascuas y bendiciones.
Señor Jesús resucita en mi vida y en mi familia enséñame que con tu resurrección todo lo haces nuevo. Nos das un pan nuevo y un vino nuevo que debo degustar en mi día a día para ser una mejor persona Amén.
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