En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?»... Quizá otra manera de plantear la pregunta del escriba sería: «Maestro, ¿cuáles han de ser mis prioridades? ¿Qué es lo que más me debería importar?».

Respondió Jesús: «El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor…». Ante todo: ¡Escucha! Haz silencio para que puedas oír. Nadie puede encontrar lo más valioso de la vida si anda aturdido por miles de distracciones. Quien se detiene y escucha con atención, descubre que hay un único Señor. Muchas cosas y personas pretenden ocupar el lugar de Dios; sin embargo, ninguna es Él.
No basta, ahora bien, con entender que hay un solo Dios; más importante aún es vivir de acuerdo con esa verdad: «… Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser…». Si el Señor, nuestro Dios, es tu único Señor, entonces Él no puede ser simplemente un capítulo de tu vida junto con otros tantos capítulos: familia, amigos, trabajo… Si el Señor, nuestro Dios, es tu único Señor, entonces ¡Él es tu misma vida! Y no hay capítulo en ella en el que tu Señor no esté presente.
Dios reclama toda tu vida, todo tu amor, todo tu corazón, pero no de modo egoísta. La misma existencia de Dios es generosidad pura, sin exclusivismos. Por eso, Jesús asocia indisolublemente al primer mandamiento el segundo […]: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que estos». «Si alguno dice: «Amo a Dios», y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve» (1 Juan 4, 20).
Ante la respuesta de Jesús, el escriba replicó: «Muy bien, Maestro, sin duda tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios». El escriba ha comprendido perfectamente las tres prioridades que le ha señalado Jesús: reconocer que hay solo un Dios, amarlo sobre todas las cosas y amar al prójimo.
Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: «No estás lejos del reino de Dios». Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas. Si todo en nuestra vida — familia, amigos, trabajo, «holocaustos y sacrificios»— gira alrededor de las tres prioridades indicadas por Cristo, entonces estaremos viviendo el Reino de Dios.
LECTURAS DEL XXXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Primera lectura | Deuteronomio 6, 2-6 |
Salmo | Salmo 18 (17) |
Segunda lectura | Hebreos 7, 23-28 |
Evangelio | Marcos 12, 28b-34 |
PREGUNTAS PARA MEDITAR Y ORAR
1. ¿Cuáles son mis prioridades? ¿Cuáles son los sueños que deseo hacer realidad en mi vida?
2. ¿De qué manera se refleja mi fe en Dios en las relaciones con mi familia, mis amigos y en mi trabajo?
3. ¿Le pido al Señor que aumente mi caridad? ¿He leído la encíclica del Papa Benedicto XVI Deus Caritas est (Dios es Amor)?
Señor Jesús ayúdame a vivir y dar testimonio con las 3 prioridades del evangelio con mi vida para poder estar cerca del reino de Dios.
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