Juan, el discípulo amado, llega a la presencia de Jesús ufanándose de la buena acción —piensa él— que ha realizado: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no viene con nosotros». ¡Qué gran celo el de Juan! ¿Quién se atreverá a echarle en cara su deseo de que nadie usurpe el nombre de Jesús?

El mismo Maestro. Es el Maestro quien se ve en la necesidad de corregir a su discípulo amado. Jesús respondió: «No se lo impidáis, porque quien hace un milagro en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro. El Señor no se anda con egoísmos o exclusivismos; su lógica se rige por principios completamente diferentes: la generosidad y la gratitud. «El que os dé a beber un vaso de agua porque sois de Cristo, en verdad os digo que no se quedará sin recompensa».
Jesús reconduce el celo brioso de Juan hacia donde se libra la auténtica batalla. Si el discípulo debe luchar contra algo, ese algo no tiene otro nombre que el pecado. El Señor desea que ni pequemos ni hagamos pecar a los demás. Y no se ahorra expresiones durísimas para manifestar su celo por la salvación de las almas: «El que escandalice —es decir, el que haga pecar— a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te induce a pecar, córtatela… Y, si tu pie te hace pecar, córtatelo… Y, si tu ojo te induce a pecar, sácatelo»… ¡Más vale entrar manco, cojo y tuerto al Cielo que ir entero al fuego que no se apaga!
Juan, ¡Juan! Pon todo tu empeño en luchar contra el pecado. Y contagia a las almas con este santo celo: ¡Ojalá todo el pueblo del Señor recibiera el espíritu del Señor!» (Nm 11, 29).
LECTURAS DEL XXVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Primera lectura | Números 11, 25-29 |
Salmo | Salmo 19 (18) |
Segunda lectura | Santiago 5, 1-6 |
Evangelio | Marcos 9, 38-43. 45. 47-48 |
PREGUNTAS PARA MEDITAR Y ORAR
1. ¿Siento envidia cuando veo que los demás hacen las cosas bien?
2. ¿Soy generoso y agradecido? ¿De qué modo se apreció esto durante la última semana?
3. ¿Detesto el pecado? ¿Con qué frecuencia me confieso?
Amado Dios hoy con tu enseñanza debo ser una mejor persona para ser digna de seguir tus pasos.
Me gustaMe gusta