Jesús oía el murmullo de la multitud que lo rodeaba. Desde que había afirmado que Él era el pan bajado del cielo, varios de los que lo escuchaban comenzaron a hacer gestos de desaprobación. Comentaban entre sí: «¿Cómo puede decir este que ha bajado del cielo? ¿Acaso no es el hijo de José? Conocemos a su padre y a su madre».

Al ver que algunos se marchaban, Jesús tomó la palabra: «Si queréis llegar a creer, no murmuréis entre vosotros. Nadie puede venir a mí si mi Padre no lo atrae. Está escrito en los profetas: Serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. En cambio, quien se fía más de lo que dicen los hombres que de la Palabra de Dios, ese no viene a mí».
Uno de la multitud le respondió: «Es más fácil fiarse de quien vemos con nuestros ojos y oímos con nuestros oídos. A Dios nadie lo ha visto». Jesús le respondió: «Tienes razón al decir que nadie ha visto al Padre. Pero en verdad te digo: aquel que ha venido de Dios, ese ha visto al Padre. Y a ese sí que lo puedes ver y escuchar, porque con Él hablas».
«Tus palabras son confusas —replicó el hombre—. ¿Cómo puede ser que digas que nadie va a ti si el Padre no lo atrae, pero a la vez afirmes que solo tú ves al Padre?». Jesús contestó: «Amigo, el problema no es que vosotros no veáis al Padre; el problema es que no creéis ni al Padre ni a mí. Y no creéis porque vuestro único horizonte es la vida presente, la vida que perece, la vida que —al menos así pensáis— está en vuestras manos y podéis controlar. Quien viene a mí, en cambio, no morirá para siempre: yo le resucitaré el último día. En verdad os digo que el que cree tiene vida eterna».
» Os lo repito: Yo soy el pan de vida, pero no de cualquier vida, sino de la vida eterna. No soy pan como el maná que vuestros padres comieron en el desierto y luego murieron. No, quien come del pan que baja del cielo, no muere, sino que vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo».
Lecturas del XIX Domingo del Tiempo Ordinario
Primera lectura | 1 Reyes 19, 4-8 |
Salmo | Salmo 35 (34) |
Segunda lectura | Efesios 4, 30 — 5, 2 |
Evangelio | Juan 6, 41-51 |
Preguntas para meditar y orar
1. ¿Qué significa la muerte para mí? Como cristiano, ¿cuál ha de ser mi actitud ante ella?
2. ¿Confío en Dios? ¿Cuestiono sus planes y su Providencia?
3. ¿Alimento la vida eterna que hay en mí con la comunión eucarística? ¿Con qué frecuencia?
Señor Jesús quiero siempre comer de ti que eres el pan bajado del.cielo. Ilumina el camino de mi familia.
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