Desde la muerte de Jesús, el miedo se había apoderado de los corazones de sus discípulos más cercanos. Si habían ajusticiado al Maestro en una cruz, ¿qué sería de ellos? Por eso, tras haberse dispersado durante la Pasión, se habían reunido nuevamente para animarse entre sí y permanecían encerrados en una de las casas de Jerusalén.

Descenso del Espíritu Santo, Tiziano, 1546 (Basílica de Santa María de la Salud, Venecia)

El primer día de la semana, después del sábado, llegó María Magdalena para avisarles que se habían llevado del sepulcro el cuerpo de Jesús. Pedro y Juan salieron presurosos hacia la tumba y la encontraron vacía. Sin saber qué hacer, volvieron a encerrarse en la casa; la Magdalena, en cambio, persistió junto al sepulcro. Poco después, se le apareció el Señor resucitado. Fue entonces a anunciarles a los discípulos que lo había visto.

Si bien los discípulos seguían con temor, en algunos se encendió una chispa de esperanza, en otros predominaba el escepticismo. Ya oscurecía, cuando de improviso, se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: «Paz a vosotros». Y, diciendo esto, les enseña las manos y el costado; no era un fantasma: era Él mismo, al que habían crucificado.

La alegría desterró el miedo y el escepticismo de los discípulos. Jesús repite: «Paz a vosotros». Y añade: «No os quedéis encerrados; como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Luego, exhala su aliento sobre ellos —así como Dios había insuflado el aliento de vida en el primer hombre al crearlo— y les dice: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

El Espíritu Santo se apoderó de los corazones de los discípulos. El fuego divino abrasó sus miedos y dudas, y encendió en ellos la llama del Amor.

¡Oh llama de amor viva / que tiernamente hieres / de mi alma en el más profundo centro! / Pues ya no eres esquiva / acaba ya si quieres, / ¡rompe la tela de este dulce encuentro!

San Juan de la Cruz

Lecturas del domingo de pentecostés

Leer

Primera lecturaHechos de los apóstoles 2, 1-11
SalmoSalmo 104 (103)
Segunda lectura1 Corintios 12, 3b-7. 12-13
EvangelioJuan 20, 19-23

Ecos de la Palabra de Dios

A partir de Hechos de los apóstoles 2, 1-11

«Al cumplirse el día de Pentecostés…»Tobías 2, 1-2 (leer)
«Cada uno los oía hablar en su propio idioma»Génesis 11, 1-9 (leer)
«¿Cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra lengua?»1 Corintios 14, 1-25 (leer)

Preguntas para meditar y orar

1. ¿Cuáles son mis miedos? ¿Los abandono en Dios?

2. ¿Recuerdo el día de mi Confirmación? ¿Celebro su aniversario?

3. ¿De qué modos puedo mejorar mi trato con el Espíritu Santo?

Un comentario en “La llama del Amor

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