Dentro de poco se va a celebrar la Pascua. Por las calles de Jerusalén uno se puede encontrar con gentiles simpatizantes del judaísmo que han venido a la Ciudad Santa para celebrar la fiesta. Algunos de ellos han oído hablar de Jesús y quieren conocerlo.

Al enterarse de que dos de los discípulos, Felipe y Andrés, tienen nombres no de origen judío, sino griego, se dirigen a ellos; quizá sean los intermediarios adecuados para acceder al Maestro. Se acercan, pues, a Felipe y le ruegan con respeto: «Señor, queremos ver a Jesús». Felipe se extraña al comprobar que unos no-judíos quieren hablar con Jesús. Lo consulta con Andrés y entre los dos van adonde Jesús para decirle que unos gentiles lo buscan.
Jesús, en cambio, no se extraña de aquellos gentiles pregunten por Él. Les contesta a los discípulos: «Hasta ahora, me habéis oído decir que mi hora no había llegado. Pues ahora os digo: ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Judíos y no-judíos contemplarán su gloria. Pero no penséis que se trata de la gloria que da el mundo, sino de aquella que viene del Padre y que no se amolda a los pensamientos del hombre.
» En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará.
» Ha llegado la hora y mi alma está agitada, y ¿qué diré? ¿Padre, líbrame de esta hora? Pero si por esto he venido, para esta hora: Padre, glorifica tu nombre». Entonces viene una voz del cielo que dice: «Lo he glorificado y volveré a glorificarlo».
Los gentiles y los judíos que han escuchado a Jesús y a la voz comienzan a decir: «Ha sido un trueno». Otros dicen: «Le ha hablado un ángel».
Jesús, haciendo un ligero movimiento de negación con la cabeza, dice: «Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros, para que sepáis que la gloria y la victoria verdaderas vienen del Padre, y no del mundo. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el príncipe de este mundo va a ser echado fuera, aunque parezca que él ha conseguido la victoria. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí». La Cruz, aparente derrota del Hijo del hombre, será el camino de su victoria.
Fue conveniente que se manifestara la exaltación de su gloria de tal manera, que estuviera unida a la humildad de su pasión
San Agustín
En la Cruz está la vida y el consuelo, y ella sola es el camino para el Cielo
Santa Teresa de Jesús
Lecturas V Domingo de Cuaresma
Evangelio: Juan 12, 20-33
Primera lectura: Jeremías 31, 31-34
Salmo 51 (50), 3-4. 12-15
Segunda lectura: Hebreos 5, 7-9
Ecos de la Palabra de Dios
Isaías 53, 10-12 (leer).
1 Corintios 15, 35-37 (leer).
Apocalipsis 12, 9-11 (leer).
Preguntas para meditar y orar
1. ¿Ardo en deseos de ver a Jesucristo? ¿Qué puedo hacer para contemplar a Jesús?
2. Para mí, ¿qué significa ser exitoso?
3. ¿Amo la Cruz de Jesús? ¿Soy consciente de que en ella he sido salvado?
Señor Jesús tu eres el camino para alcanzar la gloria.
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