Al salir de la sinagoga, Jesús fue a la casa de Simón Pedro y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre. Enseguida, uno de los familiares se acercó a Jesús y le contó sobre la enferma. Jesús, sin dudarlo, le dijo: «Llévame donde ella».

Cristo curando a la madre de la esposa de Simón Pedro, John Bridges, 1839 (Birmingham Museum of Art)

Junto al lecho, Jesús se quedó mirando a la suegra de Simón. Tras unos segundos de silencio, la cogió de la mano y la levantó. La mujer sintió que la fiebre le desaparecía. Miró con agradecimiento a Jesús y, sin decir palabra, se puso a servirles a Él y a sus acompañantes.

Cuando se puso el sol —lo que significaba que ya se había terminado el descanso preceptivo del sábado—, multitud de personas comenzaron a llegar a la casa de Simón Pedro y Andrés. Llevaban consigo a mucho enfermos y endemoniados. A sus oídos había llegado la noticia de que Jesús había expulsado un espíritu inmundo en la sinagoga de Cafarnaúm e incluso algunos ya sabían que había sanado a la suegra de Simón. Jesús curó entonces a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios. Cuando alguno de ellos intentaba revelar su identidad, Él no les permitía hablar.

Se fueron a dormir muy tarde. Jesús, sin embargo, se levantó de madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, y se marchó a un lugar solitario; allí se puso a orar. Al notar su ausencia, Pedro y Andrés fueron a donde Santiago y Juan, por si estaba con ellos. Después de comprobar que no era así y tras horas de búsqueda, finalmente lo encontraron.

Entonces, le dijeron: «Maestro, todo el mundo pregunta por ti». Jesús les respondió: «Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido». Así recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.

En todas las cosas lastimosas que nos llegan, no nos entristezcamos, abandonémoslo todo a la Providencia, y que nos baste que nuestro Señor nos vea y sepa lo que aguantamos por su amor y para imitar los bellos ejemplos que nos dio, particularmente en el huerto de los Olivos, cuando aceptó el cáliz… Porque, aunque hubiera pedido que pasara, si pudiera ser, sin beberlo, añadió en seguida que se cumpliera la voluntad de su Padre

San Vicente de Paúl

Texto del evangelio

Marcos 1, 29-39 (leer).

Lecturas del V Domingo del Tiempo Ordinario

Leer

Primera lectura: Job 7, 1-4.6-7. Recuerda que mi vida es un soplo

Salmo 146, 1-6. Él sana los corazones destrozados

Segunda lectura: 1 Corintios 9, 16-19. 22-23. ¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!

Otras citas bíblicas para meditar

Isaías 53, 4 (leer). Él tomó sobre sí nuestras enfermedades

Salmo 107 (106), 8 (leer). Dad gracias al Señor por su misericordia

Mateo 5, 4 (leer). Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados

Preguntas para orar

1. Cuando sufro, ¿me doy cuenta de que Jesús cargó con mis dolores en la Cruz?

2. ¿Es la oración el apoyo y fundamento de mis actividades?

3. ¿Tengo espíritu evangelizador? ¿Me encierro en mis gustos y comodidades?

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