«¡María, deprisa, levántate! Tenemos que marchar». María despertó sobresaltada. Su primera reacción fue mirar a su hijo, que dormía plácidamente. Entonces, un poco más serena, preguntó a su esposo: «¿Qué pasa, José?». «Herodes quiere matar al niño. Debemos huir lejos, a Egipto».
José pensó que María haría más pregunta, pero ella no dijo nada; se puso rápidamente en pie, se ajustó el velo, tomó al niño en brazos y se lo entregó. «Voy a preparar algo para el viaje». «Gracias», musitó José, lleno de admiración; ella le sonrió. A los pocos minutos se presentó con un hatillo. José le dijo: «Aquí llevo también la bolsa con el oro que nos dieron los reyes de Oriente». María leyó la preocupación en sus ojos: sabía que podrían cruzarse con bandidos y salteadores por el camino. «Tranquilo, José. Dios está con nosotros».
¿Por qué un rey le tiene miedo a una criaturita inocente?
Era una noche fría y silenciosa. Los jóvenes esposos consiguieron salir de Belén pasando desapercibidos. Cuando estaban lo suficientemente lejos, aunque no se lo había preguntado, José le dijo a María: «Un ángel se me ha aparecido en sueños y me ha advertido de que Herodes quiere matar al niño. Me indicó que fuéramos a Egipto, que me avisará cuando debamos volver». María asintió y miró el rostro tierno del niño Jesús: ¿por qué un rey le tendría miedo a una criaturita tan indefensa e inocente? Pronunció un «hágase tu Voluntad» en voz baja.
Pasaron meses y meses en Egipto. José aprendió el idioma local y montó un negocio de carpintería. María cuidaba al Niño y, poco a poco, se fue haciendo amiga de los vecinos, que, tras superar el recelo inicial, estaban encantados de tener a aquella familia judía con ellos. Les sorprendía su sencillez, el cariño y respeto con que se trataban entre sí y a los demás, y la profunda piedad con que se dirigían al Dios de Israel. Pero, sobre todo, les impresionaba el amor reverencial que José y María profesaban hacia el niño Jesús.
¿Sabes qué significa el nombre de Jesús?
La noticia llegó de improviso: José, María y el Niño regresaban a su tierra. Antes de marcharse, una vecina se acercó discretamente a María y le preguntó: «¿Cuál es el secreto para que siempre se les vea tan alegres y unidos?». María miró al niño Jesús, al que llevaba en sus brazos. Sonriendo le dijo a la egipcia: «¿Sabes qué significa el nombre de Jesús? “Dios salva”. Ese es el secreto de nuestra familia».
texto del evangelio
Mateo 2, 13-23 (leer).
descubre la palabra de dios
Colosenses 3, 12-21 (leer).
Éxodo 20, 12 (leer).
Eclesiástico (Sirácida) 3, 2-18 (leer).
Salmo 128 (127) (leer).
Efesios 6, 1-4 (leer).
Oseas 11, 1 (leer).
Preguntas para meditar y orar
- ¿Es Jesucristo el centro de mi familia, quien la ilumina y la guía?
- ¿Soy comprensivo y cariñoso con mis familiares? ¿Los acerco a Dios?
- ¿Trato a los demás como hijos e hijas de Dios, hermanos míos?