Un grupo de fariseos murmuraba sobre Jesús. No podían creer que tanta gente lo siguiera. «¿Sabes que me parece lo peor? —preguntó uno de ellos—. Que algunos de los nuestros lo sigan. ¿Cómo no se dan cuenta de que es un farsante? Amigo de publicanos y prostitutas, borracho y comilón… ¿A qué fariseo le cabe en la cabeza que ese pueda ser el Mesías prometido?».

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El más rico de todos ellos respondió: «Pues a los necios, a los que no han estudiado bien las Escrituras. Ahí tienen a Nicodemo: ¡Qué vergüenza! Un fariseo defendiendo a ese nazareno —hizo una mueca de desprecio y siguió hablando—. No sé ni siquiera cómo Nicodemo, siendo rico, puede tolerar sus enseñanzas. El otro día el supuesto maestro dijo que no se puede servir a Dios y a las riquezas —soltó una carcajada—. ¿Acaso no ve que hay algunos que somos ricos y cumplimos la Ley? Y hasta mejor que él. ¡Ja, ja, ja!». Todos empezaron a burlarse de Jesús.

Lo que parece excelso ante los hombres es abominable ante Dios

Iba pasando por allí el Señor. Se acercó a ellos y les dijo: «Ustedes se hacen pasar por justos delante de los hombres, pero Dios conoce sus corazones. Lo que parece excelso ante los hombres —sus riquezas acumuladas con avaricia— es abominable ante Dios.

»Oigan esta parábola: un hombre rico, que vestía de púrpura y lino, celebraba todos los días banquetes espléndidos. Un pobre, llamado Lázaro, se sentaba a su puerta suplicando que al menos le diesen las migajas que caían de la mesa. Pero hasta eso le negaban. Murieron ambos: Lázaro fue llevado al seno de Abraham, el rico descendió a los tormentos del infierno.

Ahora es tiempo de conversión

»El rico vio que Lázaro estaba junto a Abraham y gritó: “¡Padre Abraham! Dile a Lázaro que toque la punta de mi lengua con agua para aliviarme en este tormento”. “Hijo —contestó Abraham—, ¿recuerdas la vida que llevabas antes de morir y la del pobre Lázaro? Ahora él es consolado y tú atormentado. Además, él no puede ir donde estas tú: nos separa un abismo infranqueable”. “Entonces que al menos advierta a mis hermanos: así ellos evitarán venir a este lugar de tormento”. “Que oigan a Moisés y a los Profetas”. “No, Padre Abraham, así no creerán. Si se les aparece un muerto, sí”. “Si no oyen a Moisés y a los Profetas, no creerán aunque un muerto resucite”».

Los fariseos miraban con odio a Jesús. El mensaje era claro: su afán por las riquezas les impedía ver las necesidades de los demás. Peor aún: su avaricia les impedía reconocer a Dios, su cumplimiento de la Ley estaba vacío. Jesús se despidió de ellos: «Ahora es tiempo de conversión. Mañana podría ser tarde».

Texto bíblico base

Lucas 16, 19-31 (leer).

Dios te habla: ¿lo escuchas?

Antiguo Testamento

Salmo 146 (145), 5-10 (leer).

Amós 6, 1-7 (leer).

Nuevo Testamento

Marcos 1, 15 (leer).

2 Corintios 6, 1-2 (leer).

1 Timoteo 6, 11-12 (leer).

1 Timoteo 6, 17-19 (leer).

Preguntas para meditar, reflexionar y orar
  1. ¿Qué necesidades espirituales, morales y materiales tiene mi prójimo? ¿Lo ayudo?
  2. ¿Me dejo llevar por la codicia, por la avaricia? ¿Tengo cosas que no uso?
  3. ¿Dejo mi conversión para el futuro? ¿Creo que no necesito convertirme?

Un comentario en “Ahora

  1. El evangelio de hoy nos invita a compartir
    Con nuestro hermano necesitado
    Compartir la vida
    Cuánto tenemos y
    Agradecer todo y tanto que nos da El Señor
    Nos invita a ser misericordioso con los demás en todo momento
    Así como nuestro padre es en todo tiempo con nosotros

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