Los discípulos habían oído la parábola de Jesús. El Maestro no podía ser más claro: no debían poner su confianza en los bienes materiales. Ellos comprendían, pero a la vez se interrogaban preocupados: «Y si falta la comida, ¿qué? ¿Y la salud? ¿Y un techo para resguardarse?». Sin embargo, ninguno se atrevía a expresar sus inquietudes.
Jesús, que los conocía muy bien, leyó la preocupación en sus rostros. Les dijo: «No teman, pequeño rebaño, porque su Padre quiere darles el Reino. No se preocupen por sus bienes: compártanlos, hagan limosna. Acumulen tesoros donde vale la pena acumularlos: no donde hay ladrones que los roban u óxido que los carcome, sino en el Cielo, donde todo es eterno, donde nada se acaba». Calló un momento y los vio a los ojos. Finalmente sentenció: «Allí donde está su tesoro, allí estará su corazón».
Donde está tu tesoro estará tu corazón
Se hizo otro silencio. Algunos llegaron a sentirse incómodos al pensar dónde tenían puestos sus corazones. Uno de los discípulos preguntó: «Maestro, ¿cómo podemos hacer para no apegarnos a las cosas de esta tierra? ¡No es fácil, Señor, estar desprendido de lo material y aspirar sobre todo a los bienes del Cielo!».
Jesús agradeció la sinceridad del discípulo. Dirigiéndose a todos exclamó: «¡Amigos! Estén siempre vigilantes. No se relajen, no se duerman: feliz el siervo que al regresar su amo está despierto. Les aseguro que el amo lo felicitará y lo recompensará. Miren: si uno supiera cuando viene el ladrón, estaría preparado. Vivan así: siempre pendientes, atentos, preparados. De esta forma no dejarán que las cosas de este mundo los seduzcan ni se olvidarán del Cielo».
A quien mucho se le dio mucho se le exigirá
Esta vez fue Pedro el que preguntó: «Señor, dices estas cosas por nosotros que somos discípulos o por todos los hombres?». Jesús le contestó: «Feliz el administrador que hace bien las cosas en ausencia de su amo. Cuando este llegue, se lo reconocerá. En cambio, si se porta mal, cuando menos lo espere, llegará y su castigo será severo. Ustedes, mis discípulos, saben lo que deben hacer porque lo han oído de mí: sean fieles. Quien sabe lo que debe hacer y no lo hace se busca su propio castigo. Pero quien ignora sin culpa lo que debe hacer y por eso no lo hace no tiene la misma responsabilidad. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que se le encomendó mucho, mucho se le pedirá».
Jesús espera mucho de ti: que pongas tu corazón en el Cielo, que ayudes a los demás a vivir de cara a Dios. Tu felicidad, la de ellos, está en juego. No la dejarás perder. ¿O sí?
texto bíblico base
Lucas 12, 32-48 (leer).
textos bíblicos de apoyo
Deuteronomio 4, 9 (leer).
Salmo 139 (138) (leer).
Marcos 14, 38 (leer).
Efesios 6, 12 (leer).
Hebreos 11, 1-3 (leer).
1 Pedro 5, 8 (leer).
Preguntas para meditar, reflexionar y orar
- ¿Qué es lo que más anhelo? ¿Dónde tengo puesto tu corazón?
- ¿Examino cada día mi conciencia? ¿Con qué frecuencia me confieso?
- ¿Aparento ser bueno sin serlo realmente? ¿Soy fiel a lo que Jesús espera de mí?
Jesús nos hace un llamado a estar siempre atentos, y no bajar la guardia a lo que Dios espera de nosotros. Hagamos un profundo examen de conciencia y reaccionemos a este llamado, ya que muchas veces caemos en la trampa de creernos que somos suficientemente “buenos” y pensar que estamos listos para ganarnos los tesoros del cielo. En verdad estamos cuidando bien todo lo que nos fue encomendando?? Estamos poniendo al servicio nuestros dones ?? Estamos cuidando nuestra familia ? Pensemos en lo que Dios no ha entregado y en cómo podemos cuidarlo mejor. esforcémonos mas.
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La parabola de hoy nos invita a no aferrarnos a las cosas materiales sino que realmente estemos atentos a las cosas del cielo…que no nos relajemos con la espritualidad poque no sbaemos en que momento el señor nos pida cuenta y debemos como fieles estar lleno de su gracia. Como servidores no debemos esperar los momentos de dificulatd para acercanos a el o buscarlo…sino que siempre y todo momento tengamos nuestro corazon en el.
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En el evangelio estamos invitados a estar atentos en todo momento a su llamado
No sabemos la hora que nos pedirá cuenta
Y que contestaremos si no hicimos buen uso de los dones que nos regalo
Servir con amor al que necesita sin medida y sin reparo alguno
Cómo lo hizo Jesus
caminar pegaditos de la mano De Dios en todo momento
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