Jesús se despidió de Marta y María con un abrazo a cada una. Cuando llegó donde Lázaro se lo quedó mirando por unos segundos; sonrió y le dio un abrazo más fuerte y prolongado que a sus hermanas: «Cuídate, Lázaro. Sé fuerte y vela por María y por Marta». Meses más tarde, Jesús volvería a Betania para resucitar a su amigo.

oracion-de-jesus

Al salir de la aldea, Jesús se fue con sus discípulos a un lugar solitario. Se apartó, se arrodilló y comenzó a orar en silencio, con los ojos hacia el cielo. Los discípulos lo veían y no se atrevían a interrumpirlo. Notaban admirados que había un diálogo íntimo entre el Maestro y su Padre Dios. Cuando Jesús terminó, uno de los discípulos le suplicó: «Señor, ¡enséñanos a orar! Mira que Juan el Bautista también enseñó a sus discípulos».

La oración no cambia a Dios, pero sí nos transforma a nosotros

Jesús vio con cariño a quienes lo acompañaban. Les dijo: «Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, perdona nuestros pecados como nosotros perdonamos a los que nos ofenden y no nos dejes caer en tentación».

El Padrenuestro es el modelo de toda oración. Jesús nos enseña a llamar Padre a Dios y que orar es hablar con Él con la sencillez y confianza de un hijo. «¿Quién de ustedes si su hijo le pide pescado le da una serpiente o si le pide un huevo le da un escorpión? Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, cuanto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo —el mayor de los bienes— a quienes se lo pidan?».

¡Atrévete a orar y no te canses!

Hay quienes piensan que orar no sirve para nada: ¿Para que decir a Dios lo que necesitamos si Él ya lo sabe? ¿Acaso cambiará su voluntad nuestra oración? Jesús, en cambio, nos insiste: «Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá; porque el que pide recibe; quien busca encuentra; y al que llama se le abre». Nuestra oración no cambia en nada a Dios, pero sí nos transforma a nosotros: nos ayuda a descubrir en toda su profundidad lo que significa que Dios sea Padre nuestro, que seamos hijos suyos, y dispone nuestro corazón para acoger con alegría sus designios de bondad.

Orar es «tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama» (Santa Teresa de Jesús). Si es diálogo de amor entre el Padre y su hijo o su hija, conversación entre amigos, la oración nunca podrá ser aburrida. ¡Atrévete a orar y no te canses! No encontrarás mejor compañía para tu vida, con sus alegrías y problemas.

TEXTO BÍBLICO BASE

Lucas 11, 1-13 (leer).

TEXTOS BÍBLICOS DE APOYO

Antiguo Testamento

Salmo 138 (137) (leer).

Jeremías 29, 12-13 (leer).

Nuevo Testamento

Mateo 6, 5-8 (leer).

Filipenses 4, 6-7 (leer).

Santiago 5, 13-18 (leer).

1 Juan 5, 14-15 (leer).

Preguntas para meditar, reflexionar y orar
  1. ¿Oro con frecuencia o solo cuando estoy pasándolo mal o tengo un problema?
  2. ¿Qué implica para mí que Dios es mi Padre y que yo soy su hijo, su hija?
  3. ¿Rezo el Rosario? ¿Me doy cuenta de que María me ayudará a ser alma de oración?

Un comentario en “Diálogo de amor

  1. Cuando oro al Dios de la vida me alimento el alma me nutrí de su amor y me El mi padre amoroso y misericordioso me fortalece
    Orar en todo momento
    En los buenos en los malos en
    Las alegrias en el llanto
    El siempre nos escucha
    No nos cansemos de orar y hacerlo con amor y desde lo más profundo de nuestro corazón
    Señor
    Que nunca sintamos miedo para hablar contigo en todo momento
    Gracias por estar con nosotros
    Amen

    Me gusta

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s