María se acercó a su hermana Marta, que tendía la ropa que acababa de lavar: «Marta, afuera hay un hombre que pregunta por ti». Marta la miró extrañada: «¿Quién será? Dile que espere». Se secó las manos y se dirigió a la puerta. Un hombre alto, con la piel morena por el sol, la saludó antes de que ella pudiera decirle algo: «Shalom! Vengo de parte de Jesús. Manda a decir que mañana llega con sus discípulos a tu casa».
Marta no pudo disimular su alegría. Despidió al mensajero, no sin antes darle algo de beber y comida para el camino. Con una gran sonrisa fue donde María, que estaba terminando de tender la ropa, y exclamó: «¡María, Jesús viene mañana! Hay que decirle a Lázaro cuanto antes». La felicidad de las hermanas no se podía contener: hacía meses que no veían a su mejor amigo.
Te preocupas e inquietas por muchas cosas, pero solo una es necesaria
Cuando Jesús se asomó por la puerta, los tres hermanos lo saludaron con un fuerte abrazo. Jesús les dijo: «Me alegra estar con ustedes otra vez. Marta, qué bien huele: ¿Preparaste cordero, verdad?». «Sí, sé que te gusta, pero todavía no está listo. También habrá vino. Los esperaba más tarde». Jesús sonrió: «Tranquila. Mientras está el cordero, les explicaré algunos pasajes de la Escritura a los discípulos». El Maestro comenzó a instruir a los suyos y Marta se fue a la cocina. María se quedó a los pies de Jesús escuchando su Palabra.
Marta sentía algo de vergüenza. Jesús había llegado y faltaban varias cosas por preparar. Estaba tan afanada que ni notó que María se había quedado escuchando a Jesús. Cuando se dio cuenta, inmediatamente fue a donde Él y lo interrumpió: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola en las tareas de servir? Dile que me ayude». María se sonrojó. Se iba a poner de pie, pero el Maestro le hizo señas de que no se moviera. Jesús dijo entonces: «Marta, Marta: te preocupas e inquietas por muchas cosas, pero solo una es necesaria. María ha escogido la mejor parte y no le será quitada».
Jesús amaba a sus amigos y quería que tuvieran presente lo más importante
Jesús amaba a sus amigos Marta, María y Lázaro y gozaba cuando podía estar con ellos. Disfrutaba sus atenciones y agradecía sus detalles de cariño. Pero, ante todo, se preocupaba de que tuvieran presente lo más importante: escuchar y vivir la Palabra de su Padre Dios. Solo así su amistad sería realmente sólida, pues tendría como objetivo no lo que es contingente y pasajero, sino lo único necesario y que no se puede quitar: la vida eterna, donde todo, amistad incluida, es para siempre.
texto bíblico base
Lucas 10, 38-42 (leer).
textos bíblicos de apoyo
Eclesiástico (Sirácida) 6, 14-17 (leer).
Eclesiástico (Sirácida) 37, 1-6 (leer).
Mateo 6, 19-21 (leer).
Mateo 7, 24-25 (leer).
Juan 11, 5 (leer).
Juan 15, 9-17 (leer).
Preguntas para meditar, reflexionar y orar
- ¿Cultivo mi amistad con Jesús en la oración? ¿Cómo puedo ser mejor amigo de Él?
- ¿Quiénes son mis mejores amigos? ¿Oro por ellos? ¿Les hablo de Jesús?
- ¿Me dejo llevar por el activismo? ¿Sé sacar momentos de silencio y contemplación?