El día había sido agotador para los doce apóstoles. Jesús no paraba. En la mañana se había dedicado a curar a algunos enfermos que le habían presentado: con cada uno se tomaba el tiempo que le parecía necesario, los escuchaba y los invitaba a llevar una vida de cara a Dios. Después del medio día, el Maestro había comenzado a hablar sobre el Reino de Dios a una muchedumbre que se había reunido en torno a Él: eran más de cinco mil personas. El sol ya empezaba a esconderse y Jesús seguía predicando.
Los apóstoles se preguntaban entre sí: «¿Será que no se da cuenta de que ya es tarde? La gente debe regresar a sus casas para comer algo… Y nosotros también». En la primera pausa que hizo Jesús, uno de ellos aprovechó y se le acercó para decirle en voz baja: «Maestro, despide a la muchedumbre. Están lejos de sus casas, algunos ni siquiera son de aquí cerca y deben ir a los albergues. Además, deberían comer algo».
Jesús se quedó callado un instante. Miró al apóstol que le había hablado y después a los otros once. Respondió: «Denles ustedes de comer». Uno de ellos, casi enfurecido, exclamó: «¡Señor, si solo tenemos cinco panes y dos peces para nosotros! ¿Cómo crees que podremos alimentar a todo ese gentío?».
Jesús nunca se deja ganar en generosidad
Conocemos lo que pasó después: Jesús multiplicó los panes y los peces. Toda la multitud comió —incluidos los doce apóstoles— y además sobró. El milagro confirmó la generosidad de Jesús: durante el día había sanado enfermos y enseñado a los que buscaban la verdad; ahora, al atardecer, daba de comer a todos en abundancia.
Jesús nunca se deja ganar en generosidad. Él es generoso sin límites y tenemos entre nosotros la gran prueba de ello: la Eucaristía. Jesús no solo da cosas, sino que se da a sí mismo —su Cuerpo y su Sangre— por amor a ti y para tu salvación. ¡Cada Sagrario es un manantial de la generosidad divina! Allí nos espera Jesús Eucaristía deseoso de derramar abundantemente sus gracias y bendiciones sobre nosotros. Además, se ofrece como alimento: cada Misa es otra multiplicación de los panes.
Cada Sagrario es un manantial de generosidad divina
¡Pan y vino convertidos en Cuerpo y Sangre de Cristo por obra del Espíritu Santo! ¿Qué milagro más grande que este? ¿Habrá otro alimento que sacie el alma? Como diría Santo Tomás de Aquino, es pan vivo que da la vida al ser humano, sangre de la que una sola gota puede liberar de todos los crímenes al mundo entero.
Y tú, ¿quieres experimentar la generosidad de Jesús? Contempla la Eucaristía y dispón tu alma para recibirla.
Texto bíblico base
Lucas 9, 11-17 (leer).
Textos bíblicos de apoyo
Antiguo Testamento
Deuteronomio 15, 11 (leer).
Proverbios 11, 24-25 (leer).
Nuevo Testamento
Mateo 5, 42 (leer).
Marcos 14, 22-24 (leer).
1 Corintios 11, 23-26 (leer).
2 Corintios 8, 1-9 (leer).
Preguntas para meditar, reflexionar y orar
- ¿Me doy cuenta de la generosidad de Jesús? ¿Soy generoso con mi prójimo?
- ¿Con qué frecuencia visito a Jesús Eucaristía en el Sagrario? ¿Lo hago con amor?
- ¿Me preparo interiormente para comulgar?
Jesús ordena “Dadles“ y nos recuerda que la caridad consiste en que aún cuando creamos que no tenemos suficiente para compartir o dar a los otros, si estamos en comunión con El y ponemos a su disposición lo poco que tenemos, el se encargará de multiplicar nuestros Dones. Digamos sin temor SI a entregar lo poco que tenemos, entreguemos nuestros 🐟🐟🥖🥖🥖🥖🥖 y El señor se encargará de hacer su obra.
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1. Me doy cuenta de la magnitud de generosidad que tiene nuestro señor onmigo, cuándo aún sin merecerlo en mi pequeñez el siempre me sigue llamando a participar de su cena… a comer y tomar de Él. No soy tan generosa con mi progimo, con ese metro cuadrado que me rodea como en verdad debería serlo, porqie en ellos tambien puedo encontrar la generosidad de Dios… me regala personas maravillosas en mi vida y no soy tan generosa como el señor me ha llevado a ser.
2.las veces que visito al Jesús Eucaristía lo hago con todo el amor y la entrega, aunque no lo hago con la frecuencia qur el se merece. Nuestro señoe merece que lo visitemos mas seguido…
3. Trato de prepararme como si fuera mi primera vez sirviendole de custodia a ese cuerpo y esa sangre de amor.
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Jesús nos invita a dar sin medida
A compartir nuestros peces y panes con
Quienes necesita y con esto debemos estar convencidos los que creemos en su mor infinito y misericordioso que El se encargará
De nosotros si damos von amor
Un amor verdadero y generoso
El nos multiplicará
También
Invita a visitar con frecuencia y llenos de su amor el sagrario
Presencia viva y en ese encuentro
Nos fortalece y nos llena de bendiciones
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