Esa era la única esperanza de Simón: que su padre lo admitiera de nuevo en la casa como un trabajador más. Que lo tratara como hijo: imposible. ¿Acaso podría perdonarle haberse marchado con su parte de la herencia? ¿Acaso podría perdonarle haberse gastado la fortuna con mujeres de mala vida?

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«No, lo que hice es imperdonable», pensaba Simón. «Pero, aunque no me perdone, sé que me aceptará como un jornalero más. Mi padre es de buen corazón». Esa era la esperanza de Simón: la bondad de su padre. Pero no se imaginaba hasta dónde llegaba esa bondad…

La conversión de un pecador supone una gran alegría para Dios

Apenas lo vio de regreso, su padre corrió hacia él, lo abrazó fuerte y no dejaba de besarlo. Simón apenas pudo decir: «Padre, pequé contra Dios y contra ti. No merezco llamarme hijo tuyo». El padre hizo caso omiso a sus palabras y gritó a los sirvientes: «Tráiganle la mejor ropa, maten al novillo más gordo y hagamos un banquete. ¡Mi hijo ha vuelto, ha resucitado, lo hemos encontrado!». Simón se esperaba una acogida a regañadientes; su padre, en cambio, lo recibió con una felicidad inmensa y le preparó una fiesta por su regreso.

¡Qué gran alegría supone para Dios la conversión de un pecador! Esa alegría es signo del profundo amor que el Señor tiene por sus hijos. Porque nos ama infinitamente, Dios no se queda en la ofensa que le hacemos: su verdadera preocupación es que salgamos de la muerte y perdición que esa misma ofensa —el pecado— ha traído a nuestras vidas.

Dichoso el que es perdonado y dichoso el que perdona

Con la parábola del hijo pródigo, Jesús nos enseña el secreto para perdonar con alegría: el olvido de uno mismo, de ese «yo» que ha sido ofendido o pisoteado (para perdonar no hace falta tanto olvidar la ofensa, como olvidarse de sí mismo) y el amor generoso y desinteresado por el prójimo, que ciertamente ha obrado mal, pero que tiene necesidad de salir de la miseria del pecado.

Dios se alegra en su misericordia. Alegremos, por tanto, a Dios reconociendo humildemente nuestros pecados y faltas; y, a la vez, gocemos de esa misma alegría, perdonando a quienes nos ofenden. ¡Dichoso el que es perdonado y dichoso también el que perdona!

texto bíblico base

Lucas 15, 11-32

textos bíblicos de apoyo

Antiguo Testamento

Salmo 25 (24), 6-7

Salmo 103 (102), 8-12

Miqueas 7, 18-19

Nuevo Testamento

Lucas 15, 7

2 Corintios 5, 18-21

Hebreos 4, 16

Preguntas para meditar, reflexionar y orar
  1. ¿Experimento la misericordia de Dios? ¿Le pido perdón en la Confesión?
  2. ¿Me resisto a perdonar a los que me han ofendido? ¿Le pido a Dios humildad?
  3. ¿Soy envidioso? ¿Me alegro cuando los demás mejoran y se acercan a Dios?

6 comentarios en “¿Perdonar con alegría?

  1. Al leer esta reflexión, la relaciono con el Evangelio de hoy, el Evangelio según San Lucas 18,9-14 de la oración del publicano y del fariseo, y cómo Jesús nos sigue invitando a reconocer con humildad nuestras faltas. Pienso que este es un paso muy importante para nuestra conversión. Reflexionar sobre lo que podemos mejorar en nosotros y en un acto de contrición, reconocer humildemente nuestros pecados. Sin duda Dios Misericordioso siempre nos va amar, pero somos nosotros quienes necesitamos conocernos y reconocernos permanentemente para mejorar. Una actitud soberbia no nos lo permitirá.

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  2. Dios,es un Dios de amor y de misericordia. No mira nuestros pecados sino nuestro arrepentimiento de corazon.. muchas veces nosotros en el diario vivir nos comportamos como ese hijo mayor que no se alegro por el regreso de su hermano ni por la felicidad de su padre se comporto egosita y envidioso. .La palabra de hoy nos invita al perdon un perdon de corazon..

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  3. Hoy El Señor nos invita a perdonar sin medida en su Palabra.
    Un hermoso mensaje en esta época de cuaresma, de cambio, a perdonar cómo El nos perdona.
    Él siempre está dispuesto a recibirnos y darnos ese abrazo con su inmenso amor y nos regala día a día su amor misericordioso: ese gran amor infinito. De igual manera debemos perdonar y olvidar el mal que nos hacen, así como El siempre está perdonándonos

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  4. El hijo pródigo es de las lecturas que deberíamos leer cuando alguien nos realiza una ofensa, ya que en esta lectura nos enseñan el verdadero perdón que no tiene resentimiento, por el contrario se alegra de volver a ver a la persona que lo ofendió.
    Perdonar no es fácil, sin embargo siempre debemos remitirnos a la imagen de Jesús en la cruz, Él quien fue capaz de dar su vida por nosotros para que fuéramos perdonados de nuestros pecados. Así como Jesús nos perdonó, y como dice la oración del Padre Nuestro: Dios perdona nuestros pecados así como también nosotros debemos perdonar a quienes nos ofenden.

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  5. En ocasiones cometemos pecados tan grandes, que creemos que nuestro señor no nos perdonará y podemos durar mucho tiempo sin acercarnos a él por la simple convicción de que esta enojado con nosotros.
    Esta bonita reflexión del nos enseña a que no importa el tamaño del pecado o mala actuación que hayamos tenido, Dios nos perdona con su infinita misericordia, siempre y cuando exista un real arrepentimiento de corazón, por la falla cometida.
    De la misma forma, nos invita a que debemos también perdonar (70 veces 7, es decir siempre) a nuestros semejantes, cuando cometan cualquier actuación que nos afecte, a su vez, también podemos enseñar con nuestro ejemplo a nuestro agresor, para que sus conductas no sigan dañando a los demás.
    Finalmente, es de resaltar que todo odio o rencor que se tenga en el corazón, solo afecta a la persona que lo lleva consigo…
    ¡Recuerda que el amor que Dios tiene para nosotros, es tan inmenso como el cielo!
    Imitemos un poco el amor de Dios, para con nuestro prójimo…

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