Los discípulos escuchaban atónitos: «Dichosos los pobres, dichosos los que ahora tienen hambre, dichosos los que ahora lloran, dichosos los perseguidos…». ¿Estaba Jesús seguro de lo que decía? ¿No se habría confundido el Maestro?

confianza-en-dios-padre

Pues no. Jesús no se había confundido. Lo confirmó con lo que dijo después: «Ay de ustedes los ricos, ay de los que ahora están saciados, ay de los que ahora ríen, ay de los que hablan bien». Uno de los discípulos se atrevió a preguntar: «¿Qué tiene esto de malo, Señor?».

Con las Bienaventuranzas Jesús nos recuerda dónde está la felicidad plena y definitiva: no en este mundo, donde las cosas son pasajeras, sino en la vida eterna. El cristiano, por eso, no vive en función de la vida presente y de sus bienes: ellos no son el criterio último por el que rige su comportamiento y su forma de pensar; en ellos no pone su confianza.

Lo realmente bueno es lo que me ayuda a estar cerca de Jesús

Esto no quiere decir que los discípulos de Jesucristo deban despreciar el mundo: este ha salido de las mismas manos de Dios. Sin embargo, deben procurar que este mundo no les haga olvidar los bienes eternos. Para un cristiano, lo realmente bueno es lo que le ayuda a estar cerca de Dios. ¿De qué servirían la riqueza, estar saciados, pasar riendo o la buena fama, si me alejaran de Jesús?

Suele suceder que cuando esas cosas —como tantos otros bienes de la tierra— ocupan un lugar excesivo en nuestro corazón Dios queda desplazado del sitio que le corresponde: el primero. A veces Jesús hace parte de nuestra vida, pero le asignamos el cuarto o quinto puesto: estamos dispuestos a ser cristianos, siempre y cuando eso no entorpezca nuestros planes y ambiciones personales. ¿Somos cristianos mediocres?

¡Dichoso si pones tu confianza en el Señor!

Varias virtudes nos ayudan a tener el corazón libre y puro para amar a Dios: la pobreza de espíritu (desprendimiento o austeridad), la templanza, la mansedumbre, la humildad… Todas ellas nos ayudan a no apegarnos a los bienes pasajeros; más aún, nos capacitan para que —a través de ellos— amemos más a Dios y a nuestros hermanos.

¡Dichoso si pones tu confianza en Dios! Él te hará realmente feliz, porque es un Padre bueno que cuida de sus hijos, especialmente de aquellos más necesitados.

texto bíblico base

Lucas 6, 20-26

textos bíblicos de apoyo

Antiguo Testamento

Jeremías 17, 5-8

Nuevo Testamento

Mateo 6, 19-33

Mateo 16, 26

Juan 17, 14-19

1 Corintios 7, 31

Filipenses 3, 7-8

Preguntas para meditar, reflexionar y orar
  1. ¿Ocupa Jesús el primer lugar en mi corazón? ¿Confío más en Dios o en mis cosas?
  2. ¿Vivo la pobreza de espíritu, la templanza, la mansedumbre, la humildad?
  3. ¿Qué conductas mías todavía reflejan que pienso o actúo de forma mundana?

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s