Se nota a leguas: Joaquín y María están enamorados. Enamoradísimos. El brillo de sus ojos los delata. Están uno frente al otro, delante del altar. El sacerdote le pregunta a Joaquín: «¿Aceptas a María por esposa? ¿Prometes amarla y respetarla todos los días de tu vida?». Joaquín mira a María y repite para sus adentros: «Todos los días de mi vida…». ¿Será capaz Joaquín? ¿Aceptará?
En cierta ocasión, unos fariseos le preguntaron a Jesús si era lícito divorciarse, porque Moisés se lo había permitido. El Señor, sin embargo, les respondió que eso se debía a la dureza de su corazón y aclaró: «Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre» (Marcos 10, 9). ¡Jesús! ¿No es esto muy exigente? ¿Qué pasa si se acaba el amor? ¿Si aparece el maltrato? ¿Si el otro es infiel? ¿No sería muy cruel?
Lo que Dios une, con su ayuda, siempre permanecerá unido
El matrimonio no es cualquier cosa, es algo muy serio: es un camino de santidad, que se recorre hasta la muerte. Quienes tienen un corazón duro —egoísta, soberbio, cómodo— se rinden fácilmente ante las dificultades de este camino. Para llegar a la meta hace falta un amor generoso, entregado, sacrificado y, sobre todo, la gracia de Dios: lo que Él une, con su ayuda, siempre permanecerá unido.
No hay duda de que en determinados casos la convivencia se hace extremadamente difícil, casi imposible. Y, quizá, hasta sea oportuno establecer una distancia prudente. Pero, incluso así, el vínculo permanece, la promesa está hecha: Amar a la otra persona todos los días de la vida. El amor se refleja entonces de varias maneras: en la fidelidad a pesar de la distancia; en la oración por el otro; en el perdón…
Jesús se toma en serio el amor humano
Jesús se toma en serio el amor humano y por eso lo convierte en sacramento y en vía de santidad. El amor va más allá de una emoción fuerte, más o menos duradera. Nos dice el Papa Francisco: «No podemos prometernos tener los mismos sentimientos durante toda la vida. En cambio, sí podemos tener un proyecto común estable, comprometernos a amarnos y a vivir unidos hasta que la muerte nos separe, y vivir siempre una rica intimidad. El amor que nos prometemos supera toda emoción, sentimiento o estado de ánimo, aunque pueda incluirlos. Es un querer más hondo, con una decisión del corazón que involucra toda la existencia» (Amoris laetitia, 163).
«Acepto —responde Joaquín—. Amaré a María todos los días de mi vida. Siempre». Jesús te pregunta: ¿Eres capaz de amar así? ¿Te atreves a amar para siempre?
texto bíblico base
Marcos 10, 2-12
textos bíblicos de apoyo
Antiguo Testamento
Génesis 2, 18-24
Tobías 7,1-8,9
Cantar de los cantares 8, 6-7
Oseas 2, 21-22
Nuevo Testamento
1 Corintios 7, 3-5
Efesios 5, 21-33
Preguntas para meditar, reflexionar y orar
- ¿Vivo el amor como un sentimiento o como una entrega generosa a los demás?
- ¿Estoy dispuesto a amar para siempre en el matrimonio? ¿En la vida consagrada?
- ¿Pido al Señor que me dé un corazón para amar como Él ama?